Un joven caminaba cargado entre sus brazos con una chica. Caminaba entre la fría nieve y los muertos árboles. Tras él iba dejando huellas, huellas de sangre...Él iba herido en el torso, no paraba de sangrar. Ella iba seminconsciente, también herida, agarrada con fuerza an el hakama de él (Hakama es un típico traje japones de lucha) Las nubes eran grises, el cielo, igual. El frío se reflejaba en las manos de ambos, en la salida del vao de sus cortados y secos labios, en sus rojas mejillas...El chico se detuvo y cayó al suelo de rodillas aún sosteniendo a la chica.
-Chica: No creo que pueda aguantar mucho (tose herida)
-Chico: ¡No, no digas eso! (acaricia el pelo de la joven)
-Chica: Lo siento...lo siento mucho (empieza a llorar con dificultad)
-Chico: No digas nada...no hables como si no fuéramos a volver a vernos...
-Chica: T-te quiero muchísimo...Mushi-chan...(sonríe y cierra sus ojos)
-Chico: Ah, n-no...no (una lágrima le resvaló por su fría y cortada mejilla)
La mano de la chica cayó sobre la nieve llena de sangre. El jóven dio un terrible grito de sufrimiento y tristeza y, allí, se quedaron los dos. Él se quedó sobre la nieve entre gritos, lágrimas y sollozos abrazando el gélido cuerpo sin vida de la joven...hasta que la nieve cubrió a ambos...
Año 1900 de la era Meijin ( época japonesa de los samurai)...desde hace ya unos años que el emperador de las tierras del sur veía como su imperio se desmoronaba, su poder económico se desvanecía, y su poder militar y político caían cual gotas de agua en la seca arena de un desierto. Todo esto estaba provocado por los numerosos saqueos y asesinatos que se estaban produciendo en las aldeas más rurales del imperio. Alejadas villas donde los samurai apenas se dejaban ver, villorrios que no merecían la pena, pero que unidos mostraban un gran peso y poder. A parte se sumaba el temor con el que la gente vivía, no solo por los hurtos, sino por el conocido Ángel de la Muerte, un asesino a sueldo frío y despiadado que mataba sin escrúpulos tanto a niños, como mujeres o ancianos...no importaba quien fuese su objetivo, no importaba donde huyeses o donde te escondieses...si eras su objetivo, te encontraría...y acabaría contigo...
Aldea de Kottakawa...año 1900...
Esta pequeña aldea era una de las más desprotegidas de todas, en los últimos días habían sufrido más de ocho ataques, muchas personas habían sido asesinadas a manos de los bandidos.
Una de las mujeres dejó caer la cesta que llevaba y soltó un grito de terror...
-Aldeana: ¡Bandidos, nos atacan de nuevo esas bestias!
La mujer salió corriendo para ocultarse como estaba haciendo la poca gente que quedaba en el lugar. Corría tan aterrada que no se dio cuenta de por donde iba y fue a chocar de bruces contra un joven que llevaba atada en su cintura una larga y fina katana envuelta en varios y desgastados vendajes...este la miró con sus intensos ojos azules medio tapados por un despuntado flequilllo de oscuro y negruzco pelo. La mujer se incorporó y le suplicó al joven creyendo que era un samurai por llevar un arma...
-Aldeana: Por favor...ayudenos. Es la novena vez que nos atacan...si no nos ayuda de seguro que esta vez acabaran con todos nosotros- se puso de rodillas- se lo suplico...¡ayudenos!
Una lágrima resalvo por la pálida mejilla de la aterrada mujer...el chico, sin inmutarse comenzó a caminar hacia los bandidos desenvainando su katana con toda la tranquilidad del mundo. La mujer sonrió aliviada y fue a ocultarse junto con el resto de vecino que observaban con atención los movimientos del joven. Uno de los saqueadores se plantó frente al chico colocando una enorme y pesada espada entre ambos de sus ojos, luego sonrió de forma agresiva y le replicó:
-Bandido: ¿No piensas huir como el resto?...jajajaja menudo machote estas hecho...
-Chico:...-miraba sin inmutarse-
-Bandido: ¿qué te pasa? ¿te ha comido la lengua el gato?
-Chico: ¿Temes a la Muerte?...-cerró sus ojos_
-Bandido: ¿Qué? ¡¿qué dices loco?! ¡esta claro que quieres morir!
Alzó su espada para atacarle pero este le esquivó con un rápido movimiento hacia el lado y aprovechó el momento para contraatacarle ahora que este había fallado y estaba aún indefenso.
El joven hizo un veloz corte en el cuello de su agresor provocandole una herida mortal. Este se tambaleó hacia atrás con un par de pasos intentando explicarse lo que acababa de ocurrir tapando su herida como podía con la mano. Acto seguido callo muerto al suelo. Los otros siete saqueadores que lo había presenciado todo se avalanzaron sobre el chico para matarle como el había hecho con uno de los suyos, pero él los repudio con un rápido y ágil movimiento de su arma hechandolos hacia atrás acabando con sus vidas. El joven limpio con uno de los vendajes la sangre que aún resvalava por el frío acero de su arma y volvió a envainarla. Los habitantes del pueblo salieron corriendo hacia él llenos de alivio y dicha por salvarles de su tormento. Todos se acercaron a él y le felicitaron y agradecieron su ayuda. Uno de los ancianos del pueblo pregunto por su nombre a lo que este contesto:
-Chico: Mi nombre es...Hotaru.
En ese mismo momento todas las personas que le rodeaban se alejaron de el, dejaron de reír, y los que antes eran rostros de alegría y alivio se tornaron en rostros llenos de temor y repudio...Uno de los hombre dijo aterrado:
-Hombre: E-es...es el Ángel de la Muerte..-miró a los otros aldeanos- ha venido a matarnos a todos...¡corred!
Todos los que le rodeaban huyeron como moscas entrando en sus casas y cerrando las ventanas y puertas...de nuevo Hotaru estaba solo. Acababa de salvarles la vida a todos y nadie se atrevió a mirarle a la cara cuando supieron de su verdadera identidad...nadie le sonrió, nadie se lo agradeció...nadie...
Hotaru cubrió sus labios con una tela que llevaba envuelta alrededor de su cuello a modo de bufanda y salió de aquella villa para no volver jamás...Camino sin rumbo hasta llegar a un lago congelado donde se sentó. Ya anochecía, nevaba...el frío invierno era lo único que le quedaba. Mirando al vacío se quedo. La nieve se acumulaba en su cabeza y hombros. Daba igual...
Al poco se percató de que junto a él estaba floreciendo una pequeña flor rosácea, lo cual le extrañó porque ¿cómo iba a florecer una flor tan delicada en medio de aquel frío invernal que consumía la vida? tras ello se giró para ver como una joven chica se acercaba a él sonriente. Se sentó a su lado y acarició uno de los pétalos de la flor...
-Chica: ¿No es preciosa? -sonrió- me encantan las flores -miró al joven- ¿qué haces aquí solo? te vas a congelar.
-Chico:...
Miró a la chica unos segundos sin parpadear y luego miró al frente como si ella no estuviese. Esta se extraño por el reacio comportamiento de él. Se levantó del suelo y le dijo entre una sonrisa:
-Chica: Si te quedas mucho por aquí seguro que acabarás muerto de una pulmonía....-siguió sin obtener respuesta o movimiento alguno- jejeje....parece que ya estas congelado. Me llamo Kimi Zaraki, encantada.
Sonrió ofreciéndole le su mano como símbolo de cordialidad. Hotaru se levantó del suelo limpiando su cabeza de la nieve.
-Hotaru: Eres la princesa Kimi Zaraki...
-Kimi: Si, esa soy yo. Y tú eres el Ángel de la Muerte ¿me equivoco? -sonrió de nuevo- No das tanto miedo como dice la gente...a mi me pareces más un chico aburrido y soso...
-Hotaru:...
-Kimi: Siempre estas aquí solo, me he percatado de ello. Llevaba varios días viniendo por aquí y siempre te veía sentado solo...
-Hotaru: Sabía que estabas por aquí, eres la persona más ruidosa del mundo, además,...varias flores han florecido desde que estas aquí...se que eres la única que puede hacer tal cosa...
-Kimi: Bueno -agarró la mano de Hotaru provocando que este se sonrojara. Sus manos, a pesar de vestir únicamente con un fino yukata, y con el frío que se mostraba presente estaban cálidas como el fuego. Hotaru tuvo la necesidad de no soltarlas, en parte por que él estaba completamente helada- puede que sea capaz de devolver la vida a pequeños seres, pero, no soy capaz de devolver la vida a las personas que realmente quiero.
-Hotaru: Si dices eso por mí, olvidalo. Estoy bien tal como estoy, no necesito a nadie.
-Kimi: Estas vivo, pero es una vida vacía llena de soledad y tristeza. Me gustaría que la gente te conociese como yo te conozco...como un ser dulce.
-Hotaru: ¿Por ese motivo te empeñas en presentarte ante mí como una desconocida? ¿para que conozca la amabilidad de la gente?...eso, no funcionara...cuando las personas descubren mi verdadera identidad huyen de mí...por mucho que hagas eso, no cambiará nada de nada.
-Kimi: Hotaru-san...-soltó sus manos- no dejes que tu pasado te atormente más...se que lo haces por un motivo, pero eso...no los devolverá a la vida, es más, esta consumiendo la tuya.
Acto seguido, la joven princesa se giró y desapareció entre la oscuridad de la inminente noche y la nieve dejando solo de nuevo a Hotaru que una vez más había rechazado irse con la princesa a palacio...Allí se quedo toda la noche...observando la luna...